Hoy desayunamos en el apartamento un buen yogur griego con mermelada, sandía y unas tostadas, y así, cogidas las fuerzas para emprender el viaje, nos fuimos en dirección a Amfípolis. Una vez allí visitamos el museo, pero no pudimos ver la antigua ciudad pues en ese momento, y según nos informaron, no disponían de personal para poder enseñar el recinto arqueológico. Decepcionados por la noticia nos conformamos con ver las murallas exteriores.
Seguimos en dirección a Drama por una carretera interior a través de varios pueblos situados en la falda del monte Pangeo e hicimos una parada para visitar la antigua ciudad de Filipos (Philippoi). Aquí vimos el teatro, que se encuentra bastante bien conservado, de hecho en este recinto se celebra hoy en día el festival de Kavala, los restos de algunos templos helenísticos y romanos, el foro, el agora, la palestra, los baños, la cárcel donde se cree que estuvo prisionero san Pablo y varias iglesias.
A través del recinto arqueológico discurre la antigua Vía Egnatia, calzada que unía el mar Adriático con Constantinopla a través de Tesalónica y Filipos, entre otras ciudades.
Es en la zona opuesta al teatro, una vez cruzada la Via Egnatia, donde podemos admirar los restos de varias iglesias bizantinas, algunas de ellas hermosísimas, mosaicos y los restos de algunas casas.
Fue una visita, desde luego, muy interesante.
A continuación marchamos hacia Kavala, que dista unos 35 kilómetros de Drama. Temíamos que esta ciudad nos defraudara en cierto modo pero, gracias a Dios, esta vez acertamos. Dimos un paseo por el pintoresco puerto y preguntamos los horarios del ferry que iba a la isla de Tasos. Después callejeamos un poco por la ciudad antigua (Barrio de la Panayía) hasta llegar al castillo. Fue una subida muy cansada pero que mereció la pena.
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